Cazar al elefante

No tengo nada contra los cazadores. Y no soy abolicionista de la caza porque sé que, al igual que los toros, no es todo afición u ocio, sino que tras ambos hay muchas familias que de ello viven. Pero me produce estupor saber que una licencia para cazar un solo elefante en Bostwana, con doce días de estancia en los límites del Parque Nacional de Hwange, cuesta como mínimo 36.900 euros. A lo que habría que añadir los vuelos internacionales, el hotel antes y después del safari, la manutención, el coste de los permisos de armas y el alquiler de estas si los cazadores no las llevaran consigo, además de otros gastos ocasionados por la obtención del visado, el transporte de trofeos y las tasas de abate. Calculen los 70.000 euros y se quedarán cortos. Eso sí: por un solo elefante, porque si se quiere dar muerte a alguno más -se permiten cinco por cada cazador- cada pieza tiene un coste adicional de unos 3.000 euros.

elefante

Los datos a los que me refiero no los he recogido de ningún periódico sino de la red que todos compartimos. En concreto del International Safari Corp, que es una de las agencias que se encargan, a través de internet, de captar a este tipo de cazadores, que me supongo serán, además de  aficionados al disparo certero, magnates y altos ejecutivos del mundo mundial. Pero me llama la atención que el International Safari Corp advierta en su reclamo que en la cuasi próspera Bostwana, además de su vecina Zimbabwe -otrora el granero de África y hoy con siete millones de personas con necesidades alimentarias básicas-, hay elefantes de sobra, que se pueden matar tanto animales jóvenes de ambos sexos como adultos con colmillos rotos o sin aquellos, y que la carne se le entrega a la población indígena para su consumo. Todo ello justificado en el conservacionismo.

Los que acuden desde el mundo occidental a este tipo de safaris no tocan la realidad africana. Los llevan y los traen al aeropuerto, descansan en tiendas de campaña con aire acondicionado, agua caliente y luz eléctrica, y disfrutan sobre mantel blanco de la misma cocina internacional que en sus países de origen, aunque con vinos sudafricanos. No estaría mal que alguien les recordara las dramáticas cifras que se hicieron públicas el pasado 25 de mayo con motivo del Día de África: 400 millones de pobres, 24 países con el índice de desarrollo más bajo del mundo y 19 con el mayor índice de mortalidad infantil y materno neonatal. Y les informara que en la zona subsahariana mueren 4,5 millones de niños al año o que la crisis que tanto nos preocupa en Occidente va a causar la muerte en 2009 de 700.000 niños africanos antes de que cumplan su primer año de vida. Esto sí que es caza mayor.