[Sem Pavor]

En tiempos de la Reconquista, Gerardo Sin Miedo [Geraldo Geráldez, Sem Pavor] galopaba sobre su corcel negro por tierras moras de la vieja Lusitania, acaudillando a una banda de afectos integrada por mercenarios, proscritos, aventureros y villanos que saqueaban por doquier. En nombre de Alfonso I [Afonso Henriques, 1109-1185], primer rey de Portugal, arrebató con sus huestes a los árabes el Alentejo, conquistó Cáceres, Trujillo y Montánchez, puso sitio a la taifa almohade de Badajoz e, incluso, hay  quien asegura que se desplazó de forma secreta a Ceuta con intención de planear su asalto. Conocido como O Cid português, en amable definición del académico y arabista David de Melo Lopes [1867-1942], su recuerdo es mitad historia. Y mitad leyenda, pero sin que existan fronteras que separen el bien del mal. Embarcó a Portugal en una batalla que enfrentó a su rey contra el de León [Fernando II] a consecuencia de la campaña de Badajoz. Y murió decapitado en tierra taifa [Reino de Sevilla] tras ser descubierto infiltrado en el enemigo. Corría el año 1175, aproximadamente. Y tenía poco más de cuarenta años. Héroe o villano, Geraldo -también Giraldo-es hoy día todo un referente en la ciudad alentejana por él conquistada: Évora, la antigua Ebura romana elegida como cantón de tropas por Quinto Sertorio. Puesto que O cavaleiro sem pavor le presta su histórico nombre a la plaza mayor, una corredera a la que vierten ocho calles principales. También ocupa el blasón de armas del municipio, empuñando una espada de plata ensangrentada mientras galopa sobre su corcel negro. Con esa misma espada había degollado momentos antes a un anciano vigía almohade y a su hija, centinelas ambos de una atalaya de avanzada a la puerta de la ciudad. De casi todos sus tiempos, Évora conserva cuidadas reliquias. geraldoLos restos de su templo romano -mal llamado de Diana-son de inicio del Imperio [Augusto, siglo I], muy anterior a la Maison Carré de Nimes, pues se asemejan. Y del medievo es su catedral, levantada sobre una mezquita a partir de 1186, recién muerto Alfonso I. La ciudad fue residencia de los reyes de Portugal en el Siglo XVI. Y modelo que inspiró a los arquitectos que construyeron Salvador de Bahía [Brasil]. Cuenta con un acueducto [Acqua de Prata, 1537] del que hace señalada referencia Camões [Luís] en Os Lusiadas. Y el Convento de Nuestra Señora de Graça -contemporáneo al anterior- presenta una impresionante fachada renacentista labrada en granito, en cuya cornisa superior irrumpen sentados -y con las piernas al vacío- cuatro gigantes figuras a modo de atlantes que portan globos de fuego. Conocidos popularmente por Os Meninos da Graça, la leyenda relacionan estas cuatro esculturas con los primeros mártires de la Inquisición lusa [1536-1821] en Évora.  Supuestamente ajusticiados sobre el podium que sostiene los restos del Templo Romano, patíbulo entonces de la ciudad. Y testigo en piedra de toda la sangre anteriormente vertida, como la de aquel padre y su hija, centinelas de la Évora almohade, ciudad en la que desde entonces cabalga sin parar Gerardo Sin Miedo y su leyenda. “El Rey se fue para su Palacio muy triste á maravilla, y las nuevas sonaron por todas partes, hasta llegar a casa de la Reina, y las dueñas que oyeron ser Amadis muerto, comenzaron a llorar, que de todas era muy amado y querido” [De la serie Cuaderno emérito].

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Cita literaria: Amadis de Gaula, autor anónimo. Ilustración: Fotografía del Templo Romano de la ciudad de Évora, Alentejo.

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