[Impronta italiana]

El florentino Sabatino del Fante fabricaba ya sombreros en Barcelona en el último tercio del siglo XIX. También por esos años, los hermanos Pantaleoni [Michele, Pio y Giovanni], originarios de Lucca [Toscana] y establecidos desde 1873 en la capital catalana, abrían sucursal de su casa matriz -la Sastrería Modelo– en Sevilla, ciudad en la que radicaba entonces el gremio de cortadores más antiguo de España [Siglo XIII]. El comercio barcelonés de los hermanos Pantaleoni cerró sus puertas en 2007, después de 134 años abriendo al público cada mañana. Y cuatro generaciones al frente de sus cinco tiendas. Los sombreros de Sabatino aún andan por ahí, pero como piezas de colección. Y las camisas de los Pantaleoni todavía presiden algunos roperos en domicilios distinguidos de Pedralbes, Sarriá o Sant Gervasi. A los italianos les ha ido casi siempre bien en la ciudad condal, hoy regida por una alcaldesa [Ada Colau], de filiación común. Memorable fue la carrera de Ercoli Cacciami, nativo de Grignasco [Lombardía], que entró de rooms [botones] en la Fonda Oriente a mitad del siglo XIX. Y ya en 1892, era propietario del restaurante y la Fonda Europa [antes Universo]. Para después levantar el Gran Hotel Inglaterra [1914], en la actual plaza de Catalunya. Y el Majestic [1918], ubicado a mitad del Paseo de Gracia. hotel-majestic-333ax-1950Hechas las Américas en Barcelona, Cacciami se retiró en 1921 con su esposa [Elisa Cozzi] al pequeño pueblecito piamontés de Grignasco [Novara, noreste de Italia], en donde permaneció hasta su muerte [1930], gozando así de un merecido descanso junto a la naturaleza, allí siempre presente gracias al bosque del Monte Fenera. El Hotel Majestic cumple ahora cien años, regido por la tercera generación de familia Casals [ya Soldevila], la misma  que se lo compró a Cacciami. Lorca se alojó en el Majestic en diciembre de 1935, con ocasión del estreno, por la compañía de Margarita Xirgú, de Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores [Teatro Principal Palace]. También Antonio Machado [62 años], junto con su madre [Ana Ruiz] y la familia de su hermano José -un grupo de siete-, repartiéndose todos en dos habitaciones, que solo abandonaban en las horas de comedor, puesto que el único ascensor existente estaba estropeado. Fue a finales de 1938, ya camino del exilio, cuando la guerra civil estaba llegando a su fin, y el poeta y su familia acababan de abandonar Valencia. Otros huéspedes de renombre del Majestic a lo largo de estos años fueron León Felipe, José Bergamín y Erns Hemingway. Pablo Ruiz Picasso y Joan Miró. Charles Trenet y Josephine Baker. En su centenario, este hotel del Paseo de Gracia nos retrae a una Barcelona hoy difícil de recuperar. Y que dejó la impronta italiana en las calles de la ciudad, ya modernista. El martini del Bar Torino. El Fernet Branca como elixir medicinal. O contra el frio. Los novedosos expresos del Café Suizo. El estudio fotográfico de Fancello. Los instrumentos musicales de Casali. Las pólizas de  Assicurazioni Generali. O de La Adriática [Trieste]. Los fideos frescos de Atilio Rivali. Y el gusto generalizado por los canelones, introducidos por El Pavo, marca catalana [1911]. La fábrica de Pirelli en  Vilanova. Y las primeras Olivetti. Pero también las tres llamadas de sirena del  trasatlántico Roma. Al arribar a puerto, en su saludo. O al largar amarras en su despedida de la ciudad rumbo a a casa, llámese también Génova. “La vista del mar arrobó mi alma; no me cansaba de contemplarlo. Asimismo, la magnífica y pintoresca posición de la gran ciudad exaltó sobremanera mi fantasía, y si entonces hubiese sabido yo algún idioma y tenido a mano algunas obras poéticas, seguramente habría compuesto algunos versos” [De la serie Cuaderno emérito].

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Cita literaria: Su vida, escrita por él mismo, de Victor Alfieri. Ilustración: Fotografía del Majestic Hotel de Barcelona, años 50 del Siglo XX.

 

 

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