[Tardes de café]

El Café Comercial ha vuelto a nacer. Y esta tarde he acudido a curiosear cómo lo han dejado después de casi dos años closed. La misma bollería, los mismos churros, el mismo café. Una elegante remodelación lo incorpora a nuestro tiempo. Pero sin dejar de ser el viejo Café Comercial, inaugurado en 1887 en una de las mejores esquinas de Madrid, en la confluencia de las calles de Sagasta y Fuencarral, en la Glorieta de Bilbao, otrora Puerta de los Pozos [de las nieves]. Comparto el aplauso de la multitud que estos días fisga a través de sus ventanales. O se agarra complacida a una taza de café en su mostrador. Porque lo que se dice recuperar. Y acertar. No suele ser frecuente. En los últimos tiempos, Madrid ha sufrido la pérdida de algunos lugares emblemáticos que otrora enriquecieron su vida social. Castiza. Y mundana. Recientemente se anunció el cierre [para los próximos meses] de Embassy, el coqueto salón de té del Paseo de la Castellana fundado por la irladensa Margaret Kearney Taylor en 1930. La cervecería Cruz Blanca [1947, después Santa Bárbara] lo hizo en agosto para convertirse en un operador de telefonía que ha incorporado el color naranja al histórico edificio de La Casa de las Bolas [Alcalá con Goya], levantado por el arquitecto Julián Marín entre 1885 y 1895 en sintonía con una plaza de toros neomudéjar [Fuente del Berro] que existió en las inmediaciones. También cerró en 2015 Edelweiss, aunque ha vuelto abrir con otros dueños. Otro estilo. Y otra cocina, pues desde que fue inaugurado en 1939 por José Rothfritz Binz (1) ha sido el restaurante alemán por excelencia de Madrid. Nunca más saborearemos su tradicional codillo. Como tampoco el arenque Bismarck. O la chuleta ahumada Kassler. Si bien tengo el consuelo de ser amigo de uno de sus antiguos camareros, Adolfo Bengoa Rodríguez. Con quién me reúno de vez en cuando en Casa Manolo para recordar los entrañables momentos pasados en aquel comedor [con ventanas a Las Cortes], silente guardián de secretos, intrigas y confabulaciones de la clase política durante casi 80 años. En Edelweiss. Y en La Cruz Blanca. Los mozos [camareros, meseros] llevaron hasta el último día su específico atuendo. Diferente según cada casa. Y en Embassy todavía lo lucen en espera del día jamás deseado. Chaqueta, chaquetilla, coreana con galones, camisa blanca bajo chaleco. Botón dorado, pajarita. Y hasta su correspondiente lito cubriendo la muñeca izquierda. Una manera de atender al más clásico estilo. Y una forma de entender con magisterio un digno oficio. Los camareros del reinaugurado Comercial no llevan litos, pero resaltan por su impoluto blanco, mandil incluido. Son jóvenes estilizados que pertenecen a una nueva oleada de hosteleros de alta evaluación que se ha instalado en lo mejores establecimientos de Europa ensamblando cualidades. Y calidades. En donde no falta la atención esmerada. La culta descripción de cada plato mediante la palabra. Y la técnica en el manejo de combinar el trago largo. O de preparar el café, porque igual que existe el barman también existe el barista. Alfonso [fotógrafo] registró la imagen de Antonio Machado y la periodista Rosario del Olmo Almenta junto al mozo Braulio González Cabanillas, este último reflejado en uno de los espejos del desaparecido Café de las Salesas. Otro Alfonso [González Pintor], el que fuera cerillero [y lotero] del Café Gijón, abandonó este mundo con el reconocimiento. Y el afecto. De los tertulianos que durante décadas compartieron con él tardes de café, humo y alcohol en este otro veterano establecimiento madrileño. Anarquista e hijo de miliciano, Alfonso prestaba dinero, fiaba tabaco. Era uno más en la mesa de los poetas, en la tertulia de la ventana. Pero siempre en su sitio, junto a sus décimos, junto a sus cigarrillos. Enfundado en su babi azul. Y discreto, por ello aún más respetado. El juez Auger. Umbral y Vicent. Del Pozo y Pérez Reverte. Alexandre, Álvaro de Luna, Cervino. El mundo en torno a un café. Y el café como capital del mundo. Tengo tu mismo color.Y tu misma procedencia./ Somos aroma y esencia./ Y amargo es nuestro sabor./ Tu viajaste a Nueva York./ Con visa en Bab-el-Mandeb./ Yo mi Trópico crucé./ De Abisinia a las Antillas./ Soy como ustedes semillas./ Son un grano de café [Poema El café, Nicomedes Santa Cruz].

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(1) José Rothfritz Binz regentaba con anterioridad la cervecería-restaurante Edelweiss en el número 31 de la calle Jardines, inaugurada en 1923.

 

 

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