[Últimos días]

El dictador mexicano Porfirio Díaz [1830-1915] zarpaba del puerto de Veracruz en el  vapor alemán Ypiranga rumbo a El Havre [Francia] a mediodía del miércoles 31 de mayo de 1911, iniciando así su destierro hacia Europa tras gobernar treinta años con mano de hierro un país que modernizó. Y dotó de futuro. Pero a costa del débil. Previo a embarcar, y con la Revolución pisando sus talones, Díaz pasó cinco días alojado en el pabellón de huéspedes de la Casa Pearson&Son Ltd, contratista inglés del puerto. Le acompañaba Carmelita [Carmen Romero Rubio], su segunda esposa [era viudo], rogando el matrimonio -como última voluntad antes de partirque le sirvieran el desayuno desde el Café La Parroquia: lechero, canilla y jugo de papaya. Escoltado por tropas al mando de Huerta [Victoriano, el general Rompope]Díaz fue despedido en tierra con el himno nacional, interpretado por la banda de guerra del 23 Batallón de Infantería. Y con honores de cañón [21 disparos, con intervalos de seis segundos] desde la batería de la fortaleza de San Juan de Ulúa. Esto último cuando ya el Ypiranga enfilaba la bocana. Y sorteaba los últimos acantilados e islotes de piedra múcara [coral], presto a navegar en mar abierto. El viejo presidente dejaba tras de sí la silueta del puerto, bullicioso siempre, pero ya modernizado por Pearson&Son Ltd con muelles a los que llegaba el ferrocarril. Rompeolas, malecones y grúas hidráulicas. Tranvías eléctricos que enlazaban con la ciudad.  Y un faro de arquitectura neoclásica, llamado después de Venustiano Carranza [1859-1920], que había  inaugurado el propio Díaz un año antes. La transformación portuaria, así como la acometida de aguas y de la red eléctrica de sus instalaciones [1895-1910], fue una visionaria decisión del Caudillo, pues así llamaban a Díaz. Consciente de que ese puerto lo demandaba por ser la principal entrada [y salida] entre México. Y el resto del Mundo. De ello se encargó un contratista inglés llamado Weetman D. Pearson [1856-1927], barón de Cowdray [después vizconde], inmerso ya en las obras del Gran Canal del Desagüe del Valle de México [1889]. Y con el que se pretendían evitar las inundaciones causadas por su cuenca lacustre. capturadepantalla2015-07-19alas15-17-17Pearson, nieto de un albañil de Huddersfiel [Condado de Yorkshire] de nombre Samuel, había probado suerte en 1888 en el ferrocarril español -en concreto en el Madrid and Portugal Direct Railway Ltd [Ávila-Salamanca]-, pero sólo pudo construir 40 kilómetros [1893-1895] al fracasar su financiación. Con sus obras mexicanas, Pearson amasó gran fortuna. Pero, en vez de repatriar ganancias, las empleó para diversificar su negocio. Y así constituyó The Mexican Eagle Oil Company, conocida popularmente como El Águila, dedicada a la localización y explotación de pozos de petróleo y a la fabricación de refinados y asfaltos. También creó The Mexican Mines of El Oro, que obtuvo la concesión de dos yacimientos de gran rendimiento en el Estado de México. El nieto de aquel albañil de Huddersfield era a su muerte la sexta fortuna de Inglaterra, según el obituario que publicó el ya desaparecido tabloide Daily Sketch [3 mayo de 1927], pero sobre él siempre recayó la sospecha de que era un aprovechado. O lo que los ingleses llaman un hard-nosed plutocrat [plutócrata de cara dura], pues durante quince años fue miembro de los comunes por el Partido Liberal. Y otros siete de los lores, pese a que consideraba aburrida la política. The Lord of México, como le llamaban sus colegas de Westminster, dejó un emporio todavía saludable en nuestros días. Y al que perteneció,  entre 1957 y 2o12, el prestigioso diario The Financial Times, la biblia del periodismo económico. En su travesía en veinticuatro días, Porfirio Díaz y Carmelita hicieron escala en La Habana. Vigo, Gijón, Santander. Y Playmouth. De El Havre se trasladaron a Paris, en donde el dictador murió el viernes 2 de julio de 1915. Sus restos nunca fueron repatriados. Y desde entonces reposan en el cementerio de Montparnasse, siendo su tumba una de las más visitadas junto a la de Jean Paul Sartre. Julio Cortázar. Simone de Beauvoir. O, más reciente, Carlos Fuentes. “A los intelectuales, a los que en general despreciaba por profundistas, los integraba al poder ofreciéndoles puestos en el Congreso u otro tipo de canonjías. Una frase aprendida en sus años infantiles resumía su relación con ellos: <Ese gallo quiere máis (maiz)>“. [De la serie Cuaderno emérito]

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Cita literaria: Siglo de Caudillos. Biografía Política de México 1810-1910, de Enrique Krauze. Ilustración: Retrato al óleo del general  Porfirio Díaz.

 

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