Tiple mexicana

El Gran Teatro Falla de Cádiz anunciaba en la tarde del 24 de diciembre de 1932, en plena II República, la actuación de la compañía de revistas de la tiple cómica mexicana Lupe Rivas Cacho [1894-1975], antigua amante de Diego Rivera. E inmortalizada por este en 1922, como alegoría de la comedia, en La Creación, su primer mural artístico en el interior del Auditorio de la Preparatoria Nacional [después de Simón Bolívar] de la capital mexicana. Lupe, que en 1926 había salido indemne de un intento de asesinato durante una gira por Colombia, había viajado a Cádiz con su compañía tras una exitosa temporada otoñal en los teatros Eslava, Victoria y Fuencarral de Madrid. La capital gaditana formaba parte de una gira teatral por provincias. Y, como gran reclamo de esas navidades de 1932, la popular tiple se estrenaba en el primer coliseo de la ciudad con la revista titulada La Tierra de Lupe, con dos funciones, una de tarde, la llamada por entonces sesión aristocrática, y otra de noche. El teatro estaba lleno a rebosar la tarde del debú. Y en el palco municipal se encontraba el concejal socialista Bernardino Jiménez del Moral, de triste destino tras el golpe de 1936. La obra se desarrollaba en diecinueve cuadros [o calles]. Y al llegar al tercero, un actor que encarnaba a un delincuente sorprendía en  conversación, faca en mano, a un atemorizado sacerdote. “Tú crees en Dios, hijo mío”, inquiría el ministro de la Iglesia. “No padre, ni te lo aconsejo”, respondía aquel. lupe rivasLo que en otros teatros de España se había resuelto con carcajadas por tratarse de un puro cuadro cómico, en Cádiz no dio tiempo a iniciarlas. Porque un grupo de espectadores comenzó a patalear y proferir gritos al considerar tal cuadro escénico como una mofa del clero. Y de la religión católica. Hubo un grupo de espectadores que abandonó la sala en señal de protesta. Y otro que, además de protestar, permaneció en el patio de butacas y en los palcos en actitud provocadora, pretendiendo así reventar la continuación el espectáculo. Tanto es así que el barullo originado ocasionó su interrupción por unos minutos, con salida al escenario de Lupe Rivas Cacho. Que, sorprendida por la reacción de una parte del público, se vio obligada a pedir excusas. Y confesar que ella misma era católica, que nunca se le había pasado por la imaginación que ese cuadro cómico supusiera un desaire para algunos espectadores y que hasta la fecha jamás había ocurrido incidente alguno en torno a la obra, pese a que la representación llevaba ya meses en cartelera y había recorrido gran parte de España. Rivas Cacho permaneció otros tres días más anunciada en el Gran Teatro Falla, con lleno hasta el paraíso [nombre que recibe el gallinero de dicho coliseo] en cada una de las funciones. Y ya suprimido del conjunto del espectáculo el cuadro motivo de escándalo. Unos años después, la tiple mexicana, amiga de José Clemente Orozco y de Ignacio Sánchez Mejías, recordaba a un periodista de su país lo acaecido en Cádiz como uno de los sucesos más desagradables de su carrera artística, pues se vio obligada ya en los camerinos, a tenerle que mostrar a los informadores locales que cubrían el espectáculo las innumerables medallas y estampas de la Virgen de Guadalupe que llevaba de forma íntima en el bolso. Y ello como prueba de su fe en la religión católica, cuestionada por el grupo de reaccionarios que intentó reventarle la representación.

 

¿Lo quieres compartir?